domingo, 20 de diciembre de 2009

2009 NAVIDAD


Y otra vez, como el constante giro de la galaxia “Vía láctea” y el del sol surcando el cielo para repartir la energía que insufla la vida a cada ser, llega a todos los hombres el mes de diciembre con su ofrenda de remembranzas, esperanzas y estímulos, anunciado por su radiante luna y por las canciones que se cantan en su honor. Y como siempre, diciembre viene con su brisa fría, y a la vez cálida, lleno sus días de luz blanca y cielos azules, noches aureoladas en fases de luna -“luna de diciembre” le cantan-, y con un 31 ceñido por un eclipse lunar. Y tantos sus días como sus noches configuran una atmósfera -todo un vasto sentimiento- cargada de expectativas, balances de lo andado, promesas y cántigas del alma que invitan, aunque sea por instantes, vivir la vida con certidumbre, con esperanzas ciertas y oportunidades de cambios. Un gran anhelo de vivir de otra manera que se extiende por toda la Tierra, y que provoca que toda la urdimbre de la vida se llene de alegría.