jueves, 26 de noviembre de 2015

Don Anselmo, el cultivador, también de cuentos










Pero qué jodas!
¿no viste mi recado?
Aun amando la vida
tuve que ensillar mi burro
y sobre su lomo partir
pero dejé vivencias
que marcan la senda
de mi Ser vivo
en quien me guarde
para encontrarnos y
otra vez contar cuentos
de la vida que viví y
vivo en los que me aman



Una mañana, por el balcón, mi mirada saluda al alba, apurada en irse en sus trazos de crepúsculos rosas. Y mis oídos al percibir la brisa, inventa remotos cantos de gallos, que nítidos me llegan, unos detrás de otros, marcando distancias. Y  entre esos cantares, escuché su voz -¿ahh!, pues, y por qué no viniste?... Y le veo venir, dibujándome su media sonrisa, como apartando nubes, firmemente aferrado a su bastón, pisando el duro suelo de tierra, como diciendo, sobre ti sigo viviendo…, y sentarse en su silleta…-asina e’, he llegado…, anunciando cosas por contar, su sencilla fantasía de sus cuentos que hacen sabrosas nuestras conversas, substancia que cimenta nuestra amistad. Pero esa pegunta la dejé flotando…

Y fueron noches y tardes de gratos días, intercambiando conversas. Hoy, vivencias muy mías. Y hablo en presente, no en pasado, porque Don Anselmo, él cultivador, está conmigo… Y Recuerdo cuando le iba ver a Maracay, y siempre su picaresca me recibía…anjá ¿ya llegaste? Y para picarle la lengua, le respondo… -no que va, todavía vengo en carretera! –Ahh!, que joda, eso ta’ bueno…, incorporándose de su silleta, a puro pulso de sus fuertes brazos, para entregarme su amorosa palmada… -pero, coño chico, agarra el bastón…Y me responde…--no que va, ese cojo ya ta’ cansao, y no se apea de allí…


Por lo general, siempre está animado, aunque en verdad, después de la partida de su amada Julia, se había achicopalado un poco, y algunas veces su mirada se perdía en la distancia… -a vaina, pues, ¿y ese ánimo? -–anjá, pa’ que vivir tanto… -no, no la cosa no es así, mira que lo queremos mucho… Y recuerdo, una tarde, ya casi noche, cuando me despedía –ya sabes que te queremos mucho…, mientras lo abrazaba. Y él me respondió –-asina e’, pero yo te quiero mucho más… -¿cómo es la vaina? ¿más…? –-ah, pues claro, si yo soy ma’ viejo que tú… Y diálogos parecidos nos enlazaban cada vez más, cuando llegaba o me despedía.

Y una vez, allá en su rancho, lo encuentro contento porque ya habían caído unas cuantas lluvias…-caramba, como que vamos a tener cachapas! --Negro, no vayan a oírte porque esas “caballas” pueden irse por donde vinieron…mejor esperemos!... -Carajo, pero que pesimista estás…--no, no que va…, es que perro duerme echao, asina es… Y la verdad, es que Don Anselmo pasaba el tiempo esperando las anheladas lluvias. Que recuerde, eran inviernos tardíos. Y categórico dice…, --es que el tiempo, ahora, está echao a perdé Y con cierta picardía me mira…--lo que pasa negro es que la pava existe…--ya por ahí, en la mañana estuvieron unas pavitas…Y me hice el desentendido, como quien no había escuchado.

Pero le digo… -Don Anselmo, se jodieron los espantos… --guá! y eso por qué? -Bueno, porque, como tú sabes, ya estamos en luna llena, y con ese cielo alumbrado, no hay espanto que salga…--qué cres tú… es con esa luna que salen los que más espantan, y salen con ese bojote de luces encima…y en verdad, es como pa’ bajarse del burro o del carro –según donde vengamos-, y salir corriendo espantao por donde se encuentre camino, dereeechito… pa’ el monte na’, ni de vaina…

Y después de los saludos y abrazos, seguimos hablando…-pero, con la luna nueva, o noche sin luna en el cielo, es el gusto de salir los espantos. --Si, es verdad, pero en luna llena es la vaina pa’ no echá la burra pa’ monte…Yo me acuerdo de unos aparecidos…, por allá por semana santa, ni haciendo la cruz, dejaron de espantarme…Y en seguida, se dispone, aferra su bastón, --y, negro, qué de espantos… Y, yo, ni pendejo, enseguida agarro mi silla para oírle. Y él pide su café a doña Julia. Y me digo, por dentro…, -coño, la noche va ser larga y buena…


Don Anselmo, empieza su cuento, en medio de la noche fresca,  --Yo no quería venirme, porque ya era muy tarde, y aunque era  noche de luna llena, la verdad era que se veía una noche cerrá, y eso era muy raro…y sin querer, me acordé de la “curva del perdón”, allá, donde hay tres cruces sembrá por el Paso Real de Macaira…y le dije al sobrino, --no, no, mejor esperemos hasta mañana, mejor nos vamos de día…pensando en esa curva, que sin llegar ya la veía en la carretera…-asina, e’, más de uno se ha quedao sembrao… De Altagracia, veníamos para San José. Pero el sobrino, insistió, y terco, ya había decido viajar… --y porque tenía que traer unos coroticos a la mujé y a sus dos hijitos…¿o a la otra? Sabrá dios…-cuál?, le pregunto…--esa, la hija del compai Filomeno, que vive quebraita arriba… Y yo me asomaba, y veía la noche, que no tenía que ser tan oscurana, porque era noche de plenilunio. Pero al fin, cogimos carretera.

-Veníamos, íngrimos solos, pero yo le daba conversa para tenerlo espabilao. Y veníamos calmados, pero con el apuro del sobrino… --tío es que tengo que  llegar esta mismita noche… --unjú, y pa’ qué tanto apuro… -es que la comidita que compré quiero que llegue fresca…también unos coroticos para los muchachos --unjú, ta’ bien, pero sin apuro también llegan…Y sigo mirando aquella noche…y me digo…¿pero por qué tan negra?, con aquella luna al lado de la carretera, como si también corriera con nosotros… Total, veníamos en conversa animada. Y entonces, mi sobrino coge la curva que era muy larga, y llegamos a ese trecho, donde se ven las tres cruces, y arriba esa luna, grandísima… y nos persignamos, casi sin darnos cuenta…

Y suspiré hondo cuando terminamos la curva. Y de inmediato cogemos la recta, larguísima… ¡coño que larga!, me dije, por dentro…, y se veía rara, blanca en medio de esa noche, un relumbrón anchísimo y estirado, como foco de linterna…Y de repente, de improviso, mi sobrino, grita…cooño!! que hacen esos carajos allá en el medio de la carretera…y yo también los miro… --pero qué joda esa! Y ahí, en el centro de la carretera estaban esas cuatro o cincos personas, todas vestidos de blancos, pero más alumbraos que velas de muertos, un gran chorrión prendío, y casi encima, sobre sus cabezas, le caía la luna, como una lechosa encendía. Y nos hacían señas, riéndose todos… a gritos pelaos que paráramos, que paráramos --pero, que joda quieren!... Y el sobrino, asustao, para no atropellarlos gira, bruscamente hacia la derecha… --coño, cuidao!..., le grito, y yo cojo el volante, y siento que golpeamos algo como cuerpos o bultos fofos…de vaina no nos fuimos por el voladero…


Y paré al borde de la carretera… pero cuando miramos, asutaos y sin aliento, hacia atrás, para ver los cuerpos atropellaos, o lo que había pasado, coño, no vemos a esas personas,… no había nadie…, solo vemos unos palos dentro de un hueco grande, en medio de la soledad y silencio de la noche…Eran palos con trapos para avisar, para alertar a los choferes de ese hueco en medio de la carretera, pa’ que no fueran a caer en él... –pero, carajo! la gente…a dónde fueron, qué se hicieron…nos decíamos, mirándonos unos a otros. Y para colmo, vemos que sale del hueco, entre los palos, con toda la calma del mundo, aquél perro flaco blanco y de mancha negra al costao, que de lejos pareció mirarnos, con unos ojazos vidriosos que parecían un par de tizones…, y poco a poco, sin apuro, se fue, se perdió en esa noche inmensa… --joda, qué espantajo!

Y arriba, ya en su tamaño normal, estaba la luna llena, impávida, como si no hubiera pasado nada…Y nosotros, sin pasar el susto, metío en el cuerpo, nos tranquilizamos, y seguimos camino…y al fin llegamos a casa, y contamos lo que nos  había pasado…Y resulta, que al fin y al cabo, nadie se acordó de los coroticos ni la comidita fresca, a pesar del apuro por llegar, y fue al siguiente día que el sobrino los entregó…bueno, eso fue lo que me dijo… Y ese espantao de esa noche, fue la purita verdad, no es cuento… y qué vainón los de esas gentes ¿no?,.. concluyó. Y me miró, como para convencerse, que yo había creído esa purita verdad.

Y en eso me acuerdo, que don Anselmo, contando la aterradora aparición, dijo… yo tomé el volante…y más adelante me paré en el borde de la carretera… Y de repente, le digo, -caramba Don Anselmo, yo no sabía, ni me imaginaba, que usted sabía manejar…creía que solo montaba su burro… Y él, sorprendido, pero rápido me responde… --cará, negro, y quién no! con ese tremendo vainón…es que en verdad, en verdad, estaba asustao… joda! negro, que susto me dio esa gente!..., rematando su explicación.

Pero, de allá de la cocina, llega un corto diálogo, y nítida la voz de doña Julia… -y ese sobrino, quién será? -¿y Filomeno? -Sabrá dios…Pero, no dije nada, solo miré a Don AnselmoY después, ya cerca de irnos a dormir, él, tranquilo, como seguro de haber contado la pura verdad, agregó…, -- Negro, pensándolo bien yo creo que, esa vaina nos salió, no para asustarnos, sino para que apuráramos el viaje para llegar a casa, y entregar esos coroticos que hablaba mi sobrino… que en verdad, yo nunca los vi…-ah!, entonces, Don Anselmo, parece que el susto fue de gratis ¿no?…--asina, e’… Y satisfecho, se arrellenó aún más en su silleta, y pidió a doña Julia, otra taza de café. Y siguió comentando…


…-bueno, negro que te pareció el susto. Fue la purita verdad que me sucedió. --Está bien –dije-… pero yo sentí, sin quejarme, el tremendo embuste... -Yo también, tengo otra purita verdad que me sucedió, allá en mi pueblo, en Carúpano… -asina, pues, échalo… y zas!, le meto también coñazo embuste…el cuento del ahorcado en medio del río, sin mecate –que en otra ocasión contaré, junto a otros cuentos-, y Don Anselmo, al oírlo, vi en su cara que acusó el golpe. Y como diciéndose así mismo…--pero ¿cómo hizo para ahorcarse en medio de esa aguazón, y sin mecate…? y solo digo, dirigiéndose a nadie…-anjá, que jodas, ¿no?...

Y tiempo después, en otro momento, de improviso… o ¿sólo fue la brisa?, sin mediar cuentos, me pregunta… -¿por qué no estuviste en mi partida? Quise evadirla, aunque en verdad la esperaba, y solo atiné decir al aire, en verdad, a nadie, solo monólogo interior... --Don Anselmo, hondamente lo lamento…sé que debería haber estado. Pero como tú suele decirme, también te digo… anjá, anjá, qué jodas, ¿no?...

Don Anselmo para darle énfasis y veracidad lo que contaba se medio mecía en su silleta...-coño, se va caer...pero, inmediato se equilibraba firme con el bastón! Y entre cuentos, la pasábamos bien y uno que otros chismes para dar picante a la conversa –cuentos que en otra ocasión contaré, como el de los sacos de maíz amarrados en la noche con culebras, creyendo que eran cuerdas, o el de la cochina parida sin estar preñada, o el de su primer burro que cojeaba, y le prestaba su  bastón, o el del arrendajo imitador -muy ingenioso y bello- Era un intercambio: el me echaba, y yo también, claro, más él que yo.

Pero esa pregunta, pesa… en mi ánimo la cargo, anda conmigo… Y una noche, bajo luna cuarto menguante, nos fuimos tarde a dormir…arriba algunas estrellas, y abajo, el rancho en silencio, un tanto solitario, a pesar de que hay gente. Allá la enramada, callada, goteando melancolía… y creí percibir un bulto que se movía… -¿el burro? no, no creo… Y, meciéndome en la hamaca, pensé en el conuco, cubierto ya de malojos marchitos y secos… -qué joda la vida, ¿no? --Asina, es…


A los incrédulos y a los que no lo son. A los preocupados, y a los indiferentes, les cuelgo este Epigrama:

En este tiempo llamado de “vida”
ahora, en paralelo van dos historias:
la del hombre y la del animal camaleón
en la del primero, simultáneamente él
“viste” máscaras: tragedias a comedias
y de comedias a tragedias…así anda
“viviendo” como en “teatro” universal
¿y qué de los amores que profesa?

El camaleón ante cualquier estímulo
que recibe o encuentre en el ambiente
inmediatamente cambia de colores
para lograr la continuidad de su vida
pero sigue siendo el mismo camaleón
con su único amor de un solo color
actuando en el escenario naturaleza
donde primero que el hombre desde
edad geológica fundó su vida natural
y sin máscaras aún la mantiene firme

¿por qué historias tan opuestas?
¿por qué, para qué máscaras en el hombre?
¿hacia dónde van la del uno y la del otro?
y los amores de uno y del otro ¿cuál
sentido y dirección llevan?






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