jueves, 17 de septiembre de 2009

UN SIMPLE PAYASO

Del film “El dictador” de Chaplin



Comúnmente oímos hablar de “payasos”… ese es un “payaso”, escuchamos.

En lo político con esta expresión nos referimos a personajes que a casi diario vemos de tinglado en tinglado, de tarimas en tarimas costosamente montadas para exhibir su mediocridad y enfermedad por el poder, y el autoculto-idolatria de su persona. Falsos payasos. De esos que embutidos en lujosos trajes, limosinas y modernos aviones, en medio de las autofábricas de aplausos y alabanzas, caramente tarifadas como vidrieras de mercancías, van mostrando los rasgos de su idiotez tanto en su país de origen como por el mundo, donde son aplaudidos y lisonjeados por las rondas de negocios que van repartiendo. Son los mismos de ayer, hoy renovados, que se titulan mesías, presidentes, salvadores, líderes continentales, y se “doctorean” unos a otros en sus propias salsas empalagosas.



Gobernantes, privilegiados, lacayos de toda suerte, y también mayorías sociales gobernadas, constituyen la corte de este moderno monarca. Circo montado con mucho dinero y tecnología para ensalsar el payaso de turno. Y este payaso, muy a la moda, sometido a un simple análisis exhibe sus burdas costuras, y simplemente verlo, da pena ajena, y realmente produce risa, carcajada estrepitosa ante tal despliegue de su profunda imbecilidad. Y esta condición lo convierte en un peligro real.

Y aunque duela hay que reconocer que estos monarcas son los que gobiernan al mundo de hoy. Y, lamentable, ocupan nuestras preocupaciones, tiempo y trabajo. En este sentido, son los reales y verdaderos dictadores del destino de la actual sociedad humana, y por tanto, autores y responsables de la actual situación: guerras, miseria, pobreza, epidemias, terrorismos, engaños, populismo, etc. frente a la desmesura de la riqueza y privilegios. Duele también que este mundo sea su audiencia, su público, que activamente participa en la comparsa y lo festeja. Y duele, aún más que todos ellos en algún momento fueron niños, y llegaron a ser lo que son hoy. Paradójicamente, esta condición de payasos da la dimensión de la tragedia que se vive. Y sobre tal tragedia llamamos a la reflexión.

Arlequín de Pablo Picasso




Ahora, existe otro género de payasos totalmente distintos. El verdadero que refiere el corto poema de abm: “un simple payaso”, el que de una u otra manera llevamos por dentro. Es el mismo hombre, que niño nace alegre, lleno de amor, libre, solidario, pero que en el transcurso de su vivir en el tiempo de hoy -el de esta sociedad-, va vaciando estos nobles sentimientos, y se va secando como el rio en quebrada ante un verano inclemente. El niño con que nace, durante su crecer, se le escapa de las manos y del corazón, y sin querer, lo va dejando a la vera del camino que en un tiempo empezó. Y ante este hecho, la tristeza –consciente o inconsciente- paulatinamente lo va poseyendo porque su vasija de tierra, antes llena de agua fresca para saciar la sed, va quedando vacía hasta cuartear sus paredes, pese a sus esfuerzos y querencias. Él, como adulto de hoy, va delante, y el niño, allá, atrás queda. Su infancia olvidada, porque el hombre de hoy no tiene infancia ¿Y ante este divorcio, qué humanidad verdadera puede surgir?

Payaso de Pére Pruna


Pero si nació niño –y este reconocimiento ahonda más la tristeza-, aún debe quedar la huella, la impronta en sus entrañas, en sus recónditas fibras. Su condición humana queda como un fluido vital que llena esta impronta, esta huella. Y como aquella materia y energía primigenia, de alguna manera buscará fluir y solidificarse.

Y llegado este momento, esta tristeza aliñada, estimulada e impulsada por este fluido, y haciendo conjunto con esta misma fuerza vital, hará que nuevamente el hombre levante su rostro, horizonteé las copas de los árboles, mire a las estrellas buscando sus antiguos signos, goce en el canto de los pájaros, hasta que una lágrima cálida nacida de esos ojos tristes, ruede al encuentro de una sonrisa en su boca pintada, y en alguna aurora que despunte un arcoíris, se haga risa plena, carcajadas de alegrías. La lágrima y la tristeza, en una sola síntesis en cuna de auroras, también son fuente de vida.


Marcel Marceau



Entonces, aquellos payasos con sus monarquías caerán y un nuevo tiempo los borrará. Y el simple payaso transformado en crisol de alegrías, en hombre con estatura de sol, reinará como simple humano sobre la faz de la tierra y se extenderá por el universo. El niño y el hombre andarán siempre juntos: uno solo, maravillosa unidad que siempre fructificará. Y esta es la interpretación -sentida hondamente- que nos suscita este poema.







En esta ocasión le entregamos el corto poema de abm, "Un simple payaso", el cual tomamos de http://embustería.blogspot.com/




Cuando un payaso
simplemente ríe es
porque la tristeza se
le ha vuelto estafeta
de amores que ya
más nunca volverán
a pesar de las heridas
que se convierten en
campanadas de la vida







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