domingo, 24 de noviembre de 2019

Y esa espera...

Y miro al árbol que extasiado
suspira desprendiendo hojas
vestidas de luces en sombras y
con trazos de vidas que cada
quien deja cuando le miran
…y se sienten auroras de
resurrección otoñal!

Foto/jaced

 
Al niño que gusta del cuento
le cuento lo acontecido en una
mañana entintada de invierno

Hombre… mirando!
esa espera degradante que
parece vaciarte te sustantiva
como un ser en cuerpo y alma
sentado en algún banco de
alguna plaza o simplemente
alguien en exilio o naufragio
o aquel que tenaz lucha para
que no le arrebaten la vida

Y bajo esta reflexión llego
de primero al Ambulatorio
buscando asistencia médica
que nadie sabe cuando abre
como esos bancos que miran
autotestimoniando la espera

Y a su puerta también esperando
un perro negro azabache te mira
algo extrañado pero amigable
…y qué soledad deambula
buscando donde anidar!


Y los bancos de la placita solitaria
igualmente solos parecen esperar
y te sientas llegándote tenue leve
timidez de cantos de pájaros…y
una fría brisa mañanera te baña
¡bajo el silencio ya rompiéndose
toda la existencia espera echada!

Y exhalando dulzura una niña solitaria
pensativa sentada en un banco acrecienta
la soledad mirándose alternativamente
sus manos y pies distrayendo su espera
…y más tarde al verla venir le pregunto
¿te vas? Sí… ya no viene mi madre…
y tras sí se lleva su pensativa tristeza!


También para distraer tú espera
lees al poeta Rainer María Rilker
y te detienes en el epitafio
que compuso para su tumba
“Rosa, ¡Oh pura contradicción!
voluptuosidad de no ser el sueño
de nadie bajo tantos párpados.”

Y por fin! una empleada llega y abre
negro Azabache le corretea en alegría
se saludan…espera te traigo comida!
y después de comer negro azabache  se
suelta en alegría a jugar como un niño al
tiempo que niños escolares van llegando y
en ruidosa alegría se ponen a jugar al futbol
…y como en resurrección todo revive!

A tu lado se sienta una joven madre
con sus dos hijos también a esperar  y
en inocencia los niños juegan atando
bellos ramitos de hierba con sus flores
y la madre les recrimina… mi mirada
 pregunta ¿qué mal están cometiendo?
…madre e hijos se oponen: ella regaña
ellos responden en silencio mirándola!
  

Y grato distraigo mi mirar sobre
cuatro bellas doncellas abuelas  que
pasan animosas alegres conversando y
sus cabezas floreciendo en blanco nieve
luego regresan tres en igual animosidad
y les sigue una cierta estela de alegría
…instante de alegría entre ellas
riendo veo también a mi madre!

Azabache a ratos sigue jugando y
la placita se anima con la gente
…después de vencer la espera
un tanto reflexivo me retiro…

Y dejo flotando esa vida que
persiste en negar la vida pero me
llevo la de los rasgos de la vida
verdadera que tímida se asomó en
la hoja caída en el juego de los niños
en la niña que se quedó esperando
en los lejanos cantos de pájaros y
esa amistad del perro azabache

  
En mis adentros el epitafio
de Rilke quiere desatarse… y
siento la tumba aguardando en
extático anhelo…poeta por qué
epitafio a la muerte y no un
canto Oda al vivir la vida…!


Y anidamos en las alas de la alegría…
aún en las que se refugian en la tristeza
Ediciones jaced







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