Y como
tantos otros
miro por
la ventana
anhelo que
llegue
y sé
que cerca aún merodea la espera
y en
punzada la melancolía aguijonea
pero no
dejo de mirar con ansia
y al
fin allá lejos se perfila la imagen
pero la
espera retorna a su puesto
y la tristeza vuelve a ser la de siempre
porque otra
vez habrá que seguir esperando
y la
sombra vuelve a su mirador desde el puente
Crepúsculo/Carlos
Serra
Enero del 2012. El humo y olor de la pólvora
explotada en el festejo ya se disipan, y el rostro de los hombres otra vez a
lucir las mismas arrugas y el mismo sudor de la premura para retomar el mismo
trabajo que de antaño vienen realizando. Y otra vez parados en el mismo tiempo del
ayer, y cuyo vivir vuelve a repetir la
tonada: todavía no se vive el tiempo de un mejor vivir. Aún no es un verdadero amanecer. Para
probar lo que decimos: basta leer las noticias de las agencias mundiales. Por
ejemplo: Irán, con su razón nuclear amenaza cerrar el estrecho de Ormuz, Golfo
Pérsico, por donde pasan 35% del petróleo que consume el mundo. EEUU, con la otra
razón de sus portaaviones responde: no lo permitiremos. Y los precios en escala
suben, etc., etc. Y ya sabemos cómo y por qué la vida actual depende de este
producto. Y señores, ¿nosotros –la mayor parte del mundo- qué hacemos, en cuál
cementerio ponemos nuestras velas? Lo de siempre, alinearse en uno u otro lado!
Simple: vivir esta historia ajena. Y también ya conocemos las consecuencias, que
siempre estamos viviendo.
Y llevamos
siglos alumbrando la senda de la muerte
Entonces, el hombre sigue preso en la misma historia que solo amasa un
pan magro que es vendido como mercancía pan dorado porque dicen que es para saciar
el hambre de todos. Y para convencerlo todo un aparataje educación-publicidad que
abarrota su mente. ¿Y qué habría que hacer? Te dicen: volver amasar el mismo
pan para el mismo pan de jamón, premio del esfuerzo de cada fin de año. Y en
general, la misma fábrica del producto mercancía para satisfacer las meras
mudanzas de esta vida que en pregón siempre asegura que va a cambiar. La misma
sucesión de políticas, unas bajo ofertas “pacíficas”, otras en guerras abiertas,
y ambas para preservar la misma vida de ayer.
¿2012? Y hasta cuando enumerar años bajo la
insaciable mentira mientras que los niños continúan en perpetuo nacer, y unos
tras otros durante el crecimiento se van extinguiendo como si cayeran en un agujero
negro en el espacio, y al final del proceso
de consunción, tenemos el mismo mundo. Y en fragmentos de su historia, queda una
triste evidencia: sólo hemos aprendido a
esperar, como si la acción existiera por sí sola, flotando en un estado de
inercia, y por arte de magia, pudiera aflorar y construir. Entonces, esperar la
magia o los milagros.
Y el reloj de sol todavía continúa midiendo la espera
¿Y hombre no te cansa este andar en noria? Y
es una lucha en la que el hombre debe apurar la decisión. Porque no es cierto
que el tiempo vida de un hombre es infinito y que el amor es solo una dimensión
de eternidad para alcanzar una etérea felicidad. Y porque cierto es que el
hombre debe nacer para solo vivir para
que en cada morir entregue el vivir a otros que también han nacido para vivir.
Y así construir la cadena de la vida en alegría perenne para que la vida sobre
la tierra siempre sea una plantación florecida:
una flor
una oruga
un pájaro
un niño
una madre
y atrás siempre la simiente para la
resurrección del ciclo.
La madre con sus niños/Ramillete de flores/Picasso
Y porque también es cierto que el universo en
expansión no puede aguardar por la infinita espera del hombre, porque aún el mismo sol sostén
de la Tierra sabe que tiene ciclo finito. Y todo ha de acoplarse como totalidad. Entonces hombre ¿en verdad has
amanecido en el año 2012, diferente a tantos años anteriores? ¿O solo eslabón
2012 para otra síntesis de una biografía de llanto y dolor? Y la alegría
espantada siempre en exilio peregrinar.
Año 2012 ¿y qué hacer? Y el coro, ahora, en contradicción:
continuar el mismo tejido que nos va llevando a la extinción o como Penélope en la Odisea -obra del poeta
griego Homero-, que teje y desteje un sudario mientras espera a Ulises, tejer y
destejer la madeja de la vida esperando que en la espera ya antigua del hombre,
se termine de descodificar los misterios y antimisterios: muros cárceles
ancestrales del hombre apenas cuarteados. O tomar en sus manos la vida de este
tiempo y ovillarla en ovillos y entregarlos a la inmensidad del mar. Pero retener
solo la punta del último ovillo, y con él volver otra vez al primer camino que ese mismo mar con alegría una vez le hizo
entrega para crear la vida sobre la Tierra.
Y dejar libre la dialéctica para que en multiplicación de ecuaciones vaya desvaneciendo la espera hasta hacerla desaparecer.
Igual que el
reloj de sol la madeja también mide el tiempo de espera
Y advenga el trabajo
sólo trabajo creador
y alcanzar la esperanza antes que termine de
envejecer
descolgar la sombra ya cansada de tanto esperar
sobre el puente
y vestirla de un día reluciente de sol y luna
y al fin erigir un hombre metafísico
y a la vez concreto en el vivir
trascendente de toda realidad
donde en cada horizonte alcance una vida a
escala de sol cada vez mayor
¿2012, año nuevo? Pero porque no ser una encrucijada crucial de la vida, y el hombre decidir
su alta navegación sobre la elíptica de la Tierra: de día frente al radiante
sol hacia su ciclo estelar. De noche en los pleamares y bajamares de la luna. Y
todo, sólo para una vida exclusiva para construir vivíres: arriba, los de los
astros en el universo en expansión. Abajo, sobre la tierra, los vivíres de los
hombres en floresta, sociedad de hermanos para construir la real felicidad. Y para
siempre una nueva biblia sobre la tumba de los dioses que rece en alfabeto
universal:
En siete
días sin domingo de descanso
el
átomo vistiendo ciclos de moléculas
creó la
vida sobre las aguas la tierra y el aire
e hizo
separación de ellas
y de esa
vida nace el hombre
sólo
para vivirla
y su
verbo en sentencia inscribe:
¡la
vida que bien goce esta vida!
y ahora
el sol junto a la Tierra
en
navegación sobre carta astral
en paz
si podrán llegar a sus ciclos.
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