viernes, 18 de mayo de 2007

EL NIÑO ES EL PADRE DEL HOMBRE


El niño es el padre del hombre”. Esta afirmación expresa la significación profunda que tiene el niño para el hombre. Y agregamos: el niño es su verdadera y única semilla. Y estamos pensando en el niño como un humano que porta la más abierta alegría y los más hermosos, nobles y fantásticos sentimientos: la exacta definición de la condición humana que constituye al hombre humano verdadero. Realmente el niño es el “proyecto” biosocial vital de la naturaleza que desarrollado en armonía con el mundo natural debe llegar a crear la humanidad plena que aspiramos. Y el niño así conceptualizado nada tiene que ver con el hombre de este tiempo que conforma al mundo actual. Más bien, este mundo es su negación absoluta.

Para evidenciar tal negación mostramos una simple estadística: 1) “Mas de 10.000 recién nacidos mueren cada día en los países del tercer mundo, pero más de 70% de estos bebés podrían sobrevivir utilizando técnicas médicas sencillas y pocos costosas” (2) “Casi un 40% de los 10 millones de niños menores de cinco años que mueren anualmente perecen en el primer mes de vida. La cifra supera al total de pacientes que mueren de sida cada año”, y “los expertos han dicho que se trata de una estadística ‘intolerable’ para el siglo XXI” (3) Y según estudios científicas, “casi tres millones de estos bebés podrían salvarse aplicando técnicas tan sencillas como las vacunas contra el tétano, la lactancia materna y los antibióticos” (4) Y el “costo de tales técnicas salvavidas es asequible: menos de un dólar anual per cápita si se les aplica al 90% de las madres y los bebés (Centro de Salud Internacional Neonatal de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos)


Estamos citando una pequeña muestra que sola asoma la terrible "cara" de este mundo y su tiempo. Y el cruel hecho que evidencia estas simples cifras contrastado con el tipo de vida que llevan las minorías sociales económicas, políticas, religiosas y militares que detentan el poder de la Sociedad contemporánea, y contra los miles de billones de dólares y/o euros invertidos en la industria de la guerra por estas minorías para sostener su poder, pone al desnudo la terrible realidad de este mundo en que vivimos. Una realidad que niega rotundamente al niño. Y todo su discurso y ciencia con que pretende justificar y avalar su acción de dominio solo evidencia la institución de la mentira, la negociación, el engaño y la demagogia que fundamenta su hacer. Invitamos a la reflexión de la siguiente entrevista:

MANUEL TRUJILLO, PSIQUIATRA, PADRE DE LA ´SHORT-TERM PSYCHOTHERAPY´
Tengo 59 años. Nací en Zaragoza, me crié en Sevilla y vivo en Nueva York, donde dirijo el departamento de psiquiatría del Bellevue Hospital. Estoy casado y tengo 3 hijos y 2 nietos. Creo en el liberalismo de Bertrand Russell y soy agnóstico. Participo en el congreso sobre adolescencia organizado por la Fundación Cassià Just
IMA SANCHÍS - 11/05/2005


-¿Qué es una neurosis?

-Una alteración de la manera de pensar y de sentir que te impide una adaptación feliz al contexto en el que vives.

-¿Somos todos neuróticos?

-Todos arrastramos alguna nubecilla neurótica, pero hay gente que desata tormentas y eso hay que tratarlo.

-Muy similares sí somos, ¿no?

-Sí y no. El cerebro se va personalizando a medida que vivimos y no está terminado hasta que alcanzamos cierta sensación de bienestar y de identidad. O sea, que para completar nuestra biología hay que desarrollar el arte de vivir.

-¿En qué consiste?

-Lo esencial es preguntarse quién soy yo como organismo biológico.

-¿...?

-Averiguar quién eres, saber cuáles son tus emociones profundas, tus objetivos existenciales. Pero eso en la cultura en la que vivimos, llena de estímulos, es muy difícil.

-¿Entonces?

-Simplemente el hecho de abrir esa ventana e interesarse por la verdad de uno multiplica la sensación de bienestar. El segundo paso consiste en proponerse objetivos que estén en relación con quien es uno. Hay que mirar dentro y no dejarse arrastrar por los modelos que la vida diaria nos propone.

-¿Dentro...?, ¿dónde?

-Revise su trayectoria personal, qué es lo que ha hecho y por qué, qué dice de usted su propia historia. Insisto, todo el mundo lleva dentro un proyecto existencial profundamente anclado en su neurobiología.

-Póngame un ejemplo de cómo descubrirlo.

-Reflexionando con un paciente sobre su niñez, recordó que a los 7 años escribir le daba gran satisfacción. Recuperar esa afición puso al día un sentimiento de plenitud que había olvidado.

-¿Un atajo para saber quiénes somos es averiguar qué nos interesaba en la niñez?

-Sí, el niño es el padre del hombre. Hasta los 7 años hay una explosión neuronal enorme en la que desarrollamos 200.000 planos de cómo hacer una vida. Luego esa posibilidad se cierra, por eso vale la pena revisarla tratando de captar esos planos esenciales sobre los que nos hemos construido.

-Hay quien no lo descubre nunca.

-Sí, probablemente la mayoría de las personas no descubren nunca cuál es su camino.

-¿Estamos mal diseñados para ser felices?

-A la naturaleza no le importa ni la verdad ni la felicidad, sólo la supervivencia. Por eso la tarea del ser humano es construir una cultura que compense esa limitación innata. Nos deberíamos tomar más en serio esos desafíos: la naturaleza no nos ha regalado la capacidad de ser felices, hay que trabajarla.

-¿Usted sabe cuál es su propósito vital?

-Esta relacionado con que la gente se haga la pregunta que usted me está haciendo, porque eso junto con los vínculos humanos -solidaridad, afecto y comunicación- son la felicidad. Quiero transmitir la alegría de la vida: le aseguro que el 90% del tiempo no hay razones para sentirse infeliz.

-Son cuatro cosas, ¿por qué cuestan tanto?

-Que yo sepa, hay dos fuentes de bienestar en la vida. Una está relacionada con el placer, es decir: la comida, el sexo, el poder y la posesión. Otra está relacionada con el placer espiritual: la introspección, el goce estético, la solidaridad, la búsqueda de equilibrio...

-Sabemos que cambiar de coche no nos hará más felices, pero insistimos, ¿por qué?

-Los mecanismos neurobiológicos de placer que evoca la posesión o el poder son tan convincentes como la cocaína. El ser humano está enganchado a esos estímulos, por tanto la sabiduría se conquista con dificultad.

-¿Y por qué estamos tan enganchados?

-No estamos diseñados para la abundancia sino para la escasez, para tomarnos muy en serio las posesiones, el sexo y la comida porque la vida nos iba en ello. Hoy, la infinita oferta de posibilidades existenciales hace que nos enganchemos a cosas que son imperativas pero no satisfactorias.

-¿Qué más ha descubierto sobre nosotros que debamos saber?

-La importancia de los sentimientos. Sentimientos como la tristeza o la ansiedad son señales que te da tu inconsciente sobre si estás haciendo las cosas de acuerdo con ese propósito existencial.

-¿Lo qué más practicamos es la huida?

-Sí, arrastrados por esa estructura de motivaciones que representan el acceso al placer: la comida, el sexo, el poder y la posesión.

-¿Qué es lo que más le sorprende?

-Ha habido 88 billones de personas vivas en este planeta y cada una ha representado una infinita potencialidad del ser, me asombra esa riqueza que la naturaleza ha puesto en nosotros y, aunque no podamos afirmar que la hayamos aprovechado, me da la esperanza de que algún día seremos capaces de articular esas potencialidades para hacer un proyecto de un mundo mejor.

-¿Tenemos una venda en los ojos?

-¿Para ver qué?

-Lo maravilloso y nuestras posibilidades.

-Piense en un cocainómano que está atraído por el placer que le da la cocaína. En muy poco tiempo su capacidad de sentir placer desaparece. Eso es lo que nos ocurre a todos: nos dejamos arrastrar por lo que nos seduce y sacrificamos el resto de nuestras potencialidades. Habría que volver a los ejercicios espirituales: tomar distancia de vez en cuando y repensar nuestra existencia.

-O cada mañana quince minutos.

-Eso sería lo óptimo, junto con la comunicación afectiva; es decir, contar con interlocutores desafiantes pero cariñosos.

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